Las bases del crecimiento
económico e industrial se vieron profundamente transformadas durante la Gran
Depresión. La competencia entre empresas y entre países industriales se
incrementó, y fue el incentivo de importantes innovaciones tecnológicas y
cambios en la organización del trabajo industrial.
La Gran Depresión de
1873-1896 condujo a un proceso de concentración industrial y financiera que
pretendía eliminar la competencia y crear monopolios de un mercado determinado
o el control de la mayor parte de él, hecho que terminaría traspasando las
fronteras nacionales. Surgieron asociaciones de empresas en las que se tomaban
acuerdos sobre producción, precios y reparto del mercado internacional.
El progreso técnico y las innovaciones tecnológicas
Durante la segunda revolución industrial se intensificó la relación entre investigación y empresa, la ciencia se pone al servicio de la producción. La figura del ingeniero sustituye al inventor, las patentes se convierten en mercancías cotizadas por las empresas y los estados fomentan la ciencia aplicada en su sistema educativo y universitario (politécnicas).
El empleo de nuevos materiales y de nuevas fuentes de energía transformó radicalmente la industria. Las viejas tecnologías del vapor y del hierro fueron sustituidas por los nuevos procedimientos de fabricación de acero y por la utilización de la energía eléctrica y del petróleo.
La energía eléctrica transformó las formas de trabajar y la vida cotidiana de buena parte de la humanidad. En 1878, Edison fabricó las primeras bombillas con un filamento de carbono. Dos años antes, Graham Bell conseguía transmitir a distancia la voz humana mediante el teléfono. En la primera década del siglo XX, se transmitió el primer mensaje hablado por radio.
El petróleo, refinado en forma de gasolina, era el combustible necesario para los nuevos motores de explosión que utilizaban los revolucionarios medios de transporte: automóviles, buques de acero y aeroplanos. La extracción de petróleo en Estados Unidos pasó de dos millones de barriles en 1865 a 265 millones en 1914.
Se puede considerar a la segunda revolución industrial como la "era del acero", porque una de las innovaciones más importantes fue la producción de acero a bajo coste. Gracias a la utilización de los procedimientos Bessemer y Martin-Siemens, la producción de acero en Gran Bretaña, Francia, Alemania y Bélgica pasó de 400000 toneladas en 1870 a 32 millones de toneladas en 1913; los progresos en Estados Unidos fueron todavía más rápidos.
La calidad del acero, que sustituyó al hierro, permitía innumerables aplicaciones. Su amplia difusión, así como la de los metales no ferrosos (níquel y aluminio) a partir de 1880, hizo que la antigua estructura de la industria pesada quedara obsoleta. La demanda militar orientó gran parte del sector hacia la fabricación de nuevas armas (fusiles, pistolas) o a las gigantescas piezas de acero para la flota y para la artillería.
La industria química creció de forma tan fulgurante como sus innumerables aplicaciones: abonos para la agricultura, nuevos componentes para la fabricación de papel, medicamentos, materiales plásticos, explosivos, etc.
La industria mecánica se disparó cuando la población civil accedió al mercado. El desarrollo de la máquina de coser, la máquina de escribir, la bicicleta y el automóvil tuvieron en sus comienzos un consumo minoritario, pero estaban destinados a un consumo masivo, para lo cual tuvieron que reducir su precio hasta un nivel más asequible. Fue el popular y barato modelo "T" de Ford (1907) el que revolucionó la industria del automóvil, y no el minoritario y caro Rolls-Royce. En 1914, dos millones de automóviles circulaban por el mundo, la mitad de ellos en Estados Unidos.
La generalización de cada uno de los nuevos inventos que caracterizan a la segunda revolución industrial y su repercusión en otros procesos de fabricación transformaron el marco económico. Dos ejemplos de nuevos productos que alcanzaron un consumo masivo fueron la aspirina (1899) y la aspiradora (1908). La venta a plazos apareció en estos años para hacer posible que sectores de escasos recursos pudieran comprar productos de alto precio.
Nuevas formas de organización del trabajo.
La producción masiva de artículos hizo necesaria una mayor concentración del trabajo en grandes centros fabriles. La nueva organización del trabajo adjudicaba a los trabajadores una tarea fija y repetitiva en alguna fase de la cadena productiva. F. W. Taylor (1856-1915) fue quien introdujo la racionalización y la "gestión científica" del trabajo, es decir, la separación de las funciones de planificación y dirección de las de ejecución. Este nuevo sistema de trabajo, conocido como taylorismo, fue contemporáneo de la segunda revolución industrial, impulsada por el capitalismo.
Esta "racionalización" del trabajo buscaba el incremento de la productividad vía trabajo, por tanto, acentuaba la división social y técnica para evitar "tiempos muertos", se individualiza el trabajo y se destruye la relación entre trabajo y creatividad (fin de relación entre concepción y ejecución del producto artesano, eliminando la dimensión artística y creativa del trabajo) dando una vuelta de tuerca a la deshumanización del trabajo.
La nueva organización de la empresa y su aumento en dimensión provocó la aparición de la dicotomía entre producción y gestión (comercialización, publicidad, etc) , entre fábrica y oficina provocando una segmentación entre trabajadores cualificados y no cualificados, trabajo manual e intelectual, entre trabajadores de cuello blanco y cuello azul.
El gran impulso de los transportes y las comunicaciones. Una nueva relación entre el espacio y el tiempo.
¿Piensas que es casual que Julio Verne publicara en 1872 La vuelta al mundo en ochenta días?
Durante la segunda mitad del XIX y primera décadas del XX, la expansión del ferrocarril y de la navegación a vapor se vio acompañada por la aparición del tranvía, del metro, la bicicleta, el automóvil y la incipiente aviación. Así mismo, hubo un espectacular avance en las telecomunicaciones.
El progreso en los transportes y las comunicaciones tuvo intensos efectos económicos y sociales: facilitó la integración y la especialización de los mercados continentales y transoceánicos y también explica el crecimiento del comercio internacional y de las migraciones generalizadas.
En el ferrocarril los progresos técnicos de la segunda mitad del XIX convirtieron al ferrocarril en el "rey de los transportes". La sustitución del hierro por el acero permitió aumentar la resistencia de los raíles y la capacidad de los vagones. Se incrementó la velocidad y la seguridad, de igual modo el tonelaje.
Hacía 1870 se hallaban en pleno funcionamiento las grandes redes ferroviarias continentales que unificaron los mercados nacionales tanto en Europa como en Estados Unidos.
En el transporte marítimo la navegación a vapor se acabó imponiéndose. Desde 1865 el barco a vapor sustituyó a los barcos a vela (clippers) por dos razones:
a) Las innovaciones técnicas implicaban la sustitución del casco de madera por el de acero, y de las palas por la hélice ya que disminuían los costes al permitir el aumento de la carga en mercancías y pasajeros.
b) La apertura de los canales de Suez (1869) y de Panamá (1914) acortó las distancias y redujo tarifas.
El nacimiento del automóvil está ligados al desarrollo de dos inventos: el motor de explosión movido por gasolina y el neumático. También en esta época la aviación inició sus primeros pasos con la invención del aeroplano por los hermanos Wright a comienzos del XX. Pero su desarrollo no llegó hasta la Primera Guerra Mundial que estimuló el desarrollo de la aeronaútica por razones militares.
Por otro lado, a fines de siglo los tranvías y los ferrocarriles eléctricos subterráneos mejoraron el trafico interior y cambiaron la fisonomía de las ciudades.
En el último tercio del XIX se logró un invento de transcendencia tecnológica y social notable: la bicicleta.
En las comunicaciones los progresos fueron notables. El teléfono y la telegrafía sin hilos permitieron una transmisión casi instantánea de las noticias, y no tardaron en ser utilizados por las grandes empresas y firmas comerciales, en la banca y la bolsa.
Las innovaciones técnicas en la prensa y las artes gráficas abrieron paso a la prensa de masas y la consolidación de las empresas informativas.
La concentración de
empresas
Las necesidad de capitalización de las empresas conlleva la generalización de las Sociedad Anónimas como forma jurídica de las empresas y de la Bolsa como médio de financiación. a través de la venta de acciones. Sin embargo, el fenómeno más relevante del capitalismo finisecular es la concentración empresarial y las estrategias para conseguir el monopolio.
Los cárteles y los trusts
son las principales formas de asociación de capitales y empresas. Los cárteles
son acuerdos entre empresas que fabrican el mismo producto con el fin de fijar
precios o salarios y eliminar o reducir la competencia. Los trusts se forman a
partir de la fusión de empresas dedicadas a una misma actividad (fusión
horizontal) o a las distintas fases de un mismo proceso productivo (fusión
vertical).
Estas gigantescas
concentraciones empresariales se desarrollaron especialmente en Estados Unidos
y en Alemania. Cuando el estadounidense Rockefeller fundó la Standard Oil
Company, en 1870, comenzó refinando el 4% del petróleo de su país; diez años
después, controlaba el 90% de la producción y de las exportaciones del sector
petrolífero. El grupo alemán AEG se repartía el mercado mundial de productos
eléctricos con la General Electric estadounidense. La Banca PJ. Morgan
representaba la mayor concentración de capital financiero en Estados Unidos, al
igual que el suizo Ritz controlaba numerosas empresas hoteleras en Europa y en
Norteamérica. La industria del automóvil se concentró con rapidez, y las
grandes empresas pioneras han llegado hasta hoy: Renault, Citroen, Benz, Ford,
etc.
Desarrollo del sistema financiero.
En todos los países industriales el uso de los medios bancarios de intercambio (cheques, letras, pagarés,etc) se amplió en detrimento de la circulación de billetes. Creció el número de depósitos bancarios y las agencias se multiplicaron estimulando el ahorro y la inversión. Los bancos experimentaron también un proceso de concentración paralelo al de la industria y se formaron poderosos grupos bancarios que superaban el estrecho marco nacional y abarcan un ámbito mundial.
Por otro lado, la concentración industrial requería una aportación de capitales cada vez mayor. Las cuantiosas sumas necesarias para formar un consorcio industrial obligaban a disponer de un banco o de un grupo de bancos que garantizasen la incorporación de capital que se necesitaba.
La participación de los bancos en la industria se realizó a través de los bancos de negocio, cada vez más especializados en el préstamo a largo plazo a empresas y que negociaban en bolsa con valores industriales.
En esta situación, los bancos querían supervisar la marcha de las industrias en las que habían arriesgado sus capitales y ello propició que entrasen directamente a gestionar las industrias en las que tenían participación. Por su parte, también los capitalistas industriales querían estar representados en los bancos para controlar las inversiones. Así, un mismo grupo de grandes capitalistas controlaba estos dos sectores económicos fundamentales. Esta unión del capital industrial y del capital bancario abrió paso en esta etapa al denominado capitalismo financiero.
La suma de capital financiero y concentración industrial generó un capitalismo monopolista y financiero, en el que el peso, no sólo económico, sino también político, de un grupo reducido de capitalistas es cada vez mayor. Este capitalismo tuvo dos grandes incidencias:
a) Las grandes empresas controlaron el mercado y los precios, en definitiva, haciendo disminuir la competencia pensaban eliminar las crisis de sobreproducción.
b) Estas grandes empresas y bancos tuvieron fuerte presencia directa en la política, muchos miembros de los consejos de administración de las empresas también fueron miembros de partidos, ministros e incluso presidentes del gobierno. Sí a ello le sumamos las necesidades de financiación de los Estados la situación de dependencia se incremento. En Estados Unidos se promulgaron leyes antitrust en 1890 (Ley Sherman), sin embargo, las leyes no pudieron contener estos grupos de presión que orientaron inversiones estatales, aventuras coloniales y, desde entonces, encontraron en la financiación de los partidos el principal mecanismo para corromper la política.
La integración de los mercados de capital.
El desarrollo de un sistema bancario muy especializado y de instituciones financieras hizo posible un gran movimiento de capitales y de inversiones a escala mundial. Las exportaciones de capital procedieron procedieron de Europa occidental, principalmente del Reino Unido. Londres fue el centro financiero mundial hasta 1914. También Francia y Alemania fueron grandes prestamistas.
El proteccionismo
económico y las transformaciones del comercio internacional.
A lo largo del siglo XIX, el comercio internacional experimentó un notable crecimiento, que llegó a superar el crecimiento de la producción industrial. El valor de los intercambios de 1913 era 25 veces superior al de 1820. Y este incremento del comercio se produjo a pesar de que tras una breve fase librecambista 1860-1880, la mayor parte de las potencias (salvo el Reino Unido) adoptaron una política proteccionista encaminada a fomentar el crecimiento de sus nacientes industrias.
El proteccionismo es un
nacionalismo económico que defiende los productos del país frente a la
competencia de los del extranjero. Este proteccionismo consistía en elevar los
aranceles aduaneros, es decir, imponer una tasa que debían pagar los productos
importados. La competencia entre las distintas economías nacionales y la
rivalidad entre las grandes potencias llevó a que los gobiernos defendiesen la
producción y las industrias nacionales, y a que la mayor parte de ellos tomara
medidas fuertemente proteccionistas.
En principio, todos los
países europeos (con la excepción de Gran Bretaña) aumentaron las tasas que se
aplicaban a los productos agrarios, ya que,
si se permitía su entrada con precios más bajos, se provocaba la ruina del
sector agrario. Pronto se fueron ampliando las barreras proteccionistas a los
sectores industriales: textil, metalúrgico, minero, etc. Alemania, Francia,
Italia, España y Rusia aplicaron esta política.
A pesar de este fenómeno proteccionista coyuntural, en términos globales el dinamismo del comercio se mantuvo gracias a varios factores:
a) El descenso de los precios de los productos gracias a los nuevos métodos de producción.
b) La revolución de los transportes que redujo la relación espacio-tiempo e integro mercados nacionales e internacionales.
c) El desarrollo de un sistema monetario internacional que descanso en la aceptación por las principales potencias económicas de Europa occidental y Estados Unidos el patron-oro.
Europa dominó los intercambios internacionales con el resto del mundo e implantando un modelo de intercambio desigual entre países industrializados y no industrializados, origen de la desigualdad Norte-Sur actual. Europa importaba materias primas (algodón, lino, hierro, cobre, plomo) y alimentos, que representaban el 40% del comercio mundial, y exportaba sus productos manufacturados (textiles, bienes de equipo). La relación es evidente, el bien tiene un valor añadido, ese valor es la base del beneficio.
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