Poco más o menos se
han determinado ahora esas influencias; se trata de algunos jefes de la gran
industria que fueron los primeros en fomentar el movimiento hitleriano con la
esperanza de destruir, gracias a él, el poder de los socialdemócratas […]. Sin duda,
el programa de Hitler comporta métodos demagógicos difíciles de conciliar con
un régimen capitalista sanamente comprendido, pero la idea era que los
nacionalsocialistas, sólidamente encuadrados por los elementos conservadores y
llamados a participar en las responsabilidades del poder, se prestarían por sí
mismos a todos los enfoques necesarios.
Comentarios del
diario francés Le Temps,
1933
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