Inaugurada con el mito de la muerte heróica, la Gran Guerra culmina con conmemoraciones al "soldado desconocido". Éste representa a las innumerables víctimas de un conflicto en el cual el acto de matar se transforma en una operación mecánica y donde la muerte toma el carácter de una experiencia colectiva, anónima, y trivial (...). Arrojado al azar entre numerosos cadáveres desfigurados e irreconocibles, el "soldado desconocido" encarna, según Roger Caillois, el "fin de la guerra heróica" (morir por la patria).
En 1933, John Heartfield recrea un célebre cuadro del pintor simbolista Franz Von Stuck, La Guerra (1894), en el cual un joven guerrero, con una lanza sobre el hombro, monta un caballo que avanza lentamente en medio de una montaña de cadáveres. Detrás de él, Hitler lo guía con su látigo. La guerra heroica es una mentira: en este paisaje de muerte, Behemoth (el Estado) no es más que una yegua cansada que inspira un sentimiento de piedad.
Texto extraído de E. Traverso, A sangre y fuego. De la guerra civil europea (1914-1945). PUV. 2009. |
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