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domingo, 10 de julio de 2011

Heroínas. Ménades.

Las ménades, abandonan a sus hijos, interrumpen de repente sus tareas caseras, dejan a sus maridos y se van a las montañas, a las tierras sin cultivar, a los bosques. Allí se pasean con unas indumentarias impropias de damas tan dignas, y se entregan a toda clase de locuras (...) A veces sienten la paz beatífica del retorno a una edad de de oro, de fraternidad, en que todos los seres vivos, los dioses, los hombres y las bestias, se entremezclan. Y otras veces, por el contrario, una rabia sanguinaria se apodera de ellas (...) son capaces de degollar a sus propios hijos o cometer cualquiera otra barbaridad".
Jean-Pierre Vernant, El universo, los dioses, los hombres.

Orfeo, el cantor de voz maravillosa, capaz de apaciguar a las tormentas y de proteger a los marinos del canto seductor de las sirenas, murió en Tracia despedazado por las ménades en una orgía en honor de Dionisio. Estas mujeres se consideraron despreciadas por él, que no podía olvidar a su esposa Eurídice. Eurídice había muerto por la mordedura de una serpiente, y Orfeo, incapaz de soportar la vida sin ella, bajó a buscarla a los infiernos. Con su canto logró callar al perro guardián Cerbero y consiguió que las divinidades infernales le permitieran llevarse a Eurídice, siempre que no se volviera para mirarla hasta alcanzar la luz del día.Pero el enamorado Orfeo fue incapaz de mantener esa distancia, se volvió hacia ella y Eurídice desapareció para siempre.

El cuadro de Émile Levy es una versión moderna de la muerte de orfeo a manos de ménades enloquecidas, cuya personalidad humana es reemplazada temporalmente por otra. en la Grecia antigua las ménades celebraban cada dos años orgías al aire libro en honor a Dionisios, y éstas incluían con frecuencias danzas nocturnas en las montañas. La flauta y los timbales era los instrumentos que acompañaban este culto danzante. La mujer en primer término del cuadro, con túnica azul, sacude hacia atrás la cabeza con un poderoso movimiento y tiene el pelo larguísimo. Agitar la cabeza, y echarla hacia atrás con la garganta vuelta hacia arriba, era el gesto incontrolado que expresaba el estado salvaje de entusiasmo de las ménades. 
La manipulación de serpientes, que simbolizaba a Dionisio, contribuía como la música a la excitación religiosa de las ménades. El acto culminante de la danza dionisiaca era hacer pedazos y devorar crudo un cuerpo animal, que aquí es sustituido por el cuerpo lánguido de Orfero. La suprema exaltación y la suprema repulsión se unían en los rituales dionisiacos. 

El vídeo de Pipilotti Rist, Ever is Over es una mirada femenina sobre el tema de las ménades. Una actualización de la celebración festiva y la complicidad femenina, capaces de romper temporalmente con las normas establecidas. Las enajenadas ménades del mito han perdido su solemnidad trágica, tampoco es necesaria su desnudez, pero ahí sigue muy claramente expresada su feminidad vitalistas y su rebeldía.
Al confrontar ambas obras, una pintada por un hombre y la otra realizada por una mujer  también se plantea otra cuestión, ¿Representa una mirada distinta? Construir una mirada diferente, que pueda ser una alternativa, es uno de los desafíos del arte feminista. 



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