Historia. Fue el desenlace abrupto de la Guerra Civil en marzo de 1939, con el golpe del general Casado, el que creó una retórica de controversias interpretativas enfrentadas entre socialistas y comunistas, republicanos y anarquistas, y dio lugar a un permanente conflicto de ideas y experiencias vividas. Cantidad de testimonios y memorias verían la luz en el exilio para justificar posturas y actuaciones opuestas (Araquistáin y Largo Caballero como enemigos clave del PCE), mientras España sería escenario de un furibundo anticomunismo, poco a poco penetrado después por los textos del exterior. Unas y otras, lecturas resistentes, "mitos" cristalizados en el contexto de la Guerra Fría; estereotipos que hoy todavía atraviesan la política y, lo que sorprende más, incluso sobrevuelan la historiografía. Fernando Hernández Sánchez, profesor en la UAM y coautor con Ángel Viñas de El desplome de la República (2009), ofrece aquí una visión del comunismo español en la Guerra Civil que avala con ingente documentación, para escapar del círculo vicioso de la confrontación y las polémicas amargas entre vencidos. Tras exhaustiva consulta de los archivos españoles -Histórico del PCE, pero no solo-, con excelente uso de la bibliografía y dominio crítico de fuentes, consigue elaborar un relato detallado, de escritura impecable y arquitectura sólida, acerca de aquel partido que empezó la guerra con unos pocos miles de militantes, pero que -incrementándose en ella de manera imponente-, asumió buena parte del esfuerzo de guerra. Con sus luces y sus indiscutibles sombras. Hay una línea principal que rige este trabajo.
El espacio de ideas y valores republicanos, argumenta el autor, sería ocupado por los comunistas al enarbolar la bandera del antifascismo, incorporando entonces conceptos como "reforma social", "justicia y libertad", "instrucción popular", "progreso" y "laicismo"..., incluso el más nuevo de "modernidad" (ligado a la Unión Soviética). Mientras que cenetistas y socialistas optaban por la revolución social y los republicanos mostraban su fragilidad organizativa, la herramienta teórica marxista proporcionaría al PCE, en el contexto del juego estalinista, la posibilidad de contribuir a completar la "revolución democrática burguesa". El PCE se convirtió en el foco de convergencia de la toma de decisiones y de la más alta responsabilidad. Hernández Sánchez recorre con un pulso excelente todo aquel dilatado y complejo proceso, cuidando de analizar sus implicaciones discursivas y políticas tanto como las historiográficas. Un importante ejercicio de comprensión histórica.
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